Medidas

Cómo elegir la medida correcta de la alfombra

 

Cada vez que nos enfrentamos a una compra o a un cambio de alfombra nos surge la misma duda: ¿qué medida de alfombra necesito?
 
Y no es la única duda: también tendremos que elegir el color, el tipo, la textura y muchas cosas más para conseguir la alfombra perfecta, pero ahora vamos a centrarnos en el problema más importante: elegir la medida correcta de la alfombra.
 
Elegir el tamaño adecuado es importante porque las alfombras nos sirven para delimitar un espacio dentro de un espacio. Es decir, que en un determinado lugar delimitado, como una habitación, la alfombra hará como un segundo delimitador de subespacios, llevando la vista y el ojo hacia la zona de trabajo, el comedor, la zona de estar o cualquier otra.
 
Por eso, escoger una alfombra más grande o pequeña de lo debido o colocarla descentrada puede hacer naufragar una decoración, como aquél iceberg hizo naufragar el Titanic.
 
 
 
 

La influencia de las alfombras en la decoración

Por eso el poder de una alfombra es más grande que el de Daenerys sobre los Siete Reinos, ya que influye en nuestra decoración de varias maneras:
 
Con el tono y el color como regulador de la temperatura visual
Con el diseño y estampado como regulador del tamaño del espacio percibido
Con la textura y el material como regulador de la calidez del ambiente
 
Pues a eso debemos añadir el tamaño como director visual, es decir como el elemento que le dirá a nuestra vista y a nuestro cerebro de qué manera está compuesta y distribuida la estancia.
 
 
El tamaño de la alfombra sirve para acentuar los volúmenes y realzar los muebles, porque los ordena y los coloca “en su sitio”. Y no es que estén desordenados, sino que una alfombra mal puesta puede hacer que los veamos fuera de cuadro, como un portero a media salida. Y claro, enseguida te marcan gol.
 
En resumen podríamos decir que, como Von Karajan, una alfombra bien medida dirige la orquesta, aunque sin chaqué ni batuta.
 
Esta versatilidad de las alfombras es muy práctica, ya que si alguna vez queremos dar un gran cambio a nuestra decoración, es más fácil cambiar la alfombra y mover los muebles creando nuevos espacios delimitados que cambiar los muebles, pintar y tirar tabiques.
 
 

Elegir la medida de la alfombra: consejos básicos

 

En caso de duda, el tamaño si importa.

Si no estamos seguros, en el 90% de las veces acertaremos eligiendo un poco más grande que un poco más pequeño.
 
  • Porque si la alfombra es demasiado pequeña se verá como aquella vieja serie llamada Perdidos en el Espacio y se perderá en la inmensidad de la nada.
  • Aunque si nos pasamos de frenada y es demasiado grande entonces invadirá el suelo y no le dejará respirar. Tampoco es que se vaya a morir axfisiado, pero no cuesta nada dejar un poco de espacio visual.

Medir, medir y medir.

Lo dicho: antes de encargar, medir. Nunca compres a ojo, porque muchas veces el ojo te dice una medida y tu cerebro te está diciendo por lo bajo “no va a quedar bien”. Y tu cerebro, no lo dudes, es más listo que tú.
 

Haz una simulación previa.

Un truco muy recomendable es delimitar o cubrir la superficie que va a ocupar la alfombra.
 
La podemos delimitar con cinta de pintor, o mejor aún es hacer una pieza a tamaño real, por ejemplo con manteles de papel baratos, como los de las tascas de las terrazas de verano. Los podemos recortar, poner en el suelo en su lugar y comprobar el efecto. El papel es un gasto irrisorio que nos puede evitar muchos disgustos.
 

No te resignes a las medidas estándar.

En el mercado hay infinidad de alfombras de todo tipo y medidas, pero en ocasiones no encontramos la que queremos. No te resignes: siempre hay muchas alfombras que puedes hacer a medida para que te encaje al centímetro.
 

Pensar en redondo.

Si no das con el tamaño justo para una alfombra en un lugar determinado, prueba a pensar en redondo. Tal vez ese lugar necesite una alfombra redonda en lugar de cuadrada o rectangular. Sobre las alfombras redondas, dos consejos:
 
  • Siempre quedan mejor si se ven enteras, sin grandes estorbos o muebles encima.
  • Y siempre quedan más pequeñas de lo que piensas. Eso es porque no tienen esquinas y el impacto visual de una alfombra redonda es muy inferior al de una alfombra cuadrada cuyo lado sea del diámetro de la redonda (p. ej. para un metro de diámetro/lado tenemos 0,61 m2 de superficie frente a 1 m2).

No olvidarse de las puertas

y asegurarse de que pasen por encima si están en el curso de la alfombra. O en ese caso elegir alfombras súper finas, como las de vinilo por ejemplo.
 

Adaptarse a la forma de la habitación (o no).

Si la habitación es cuadrada, una alfombra cuadrada. Si la habitación es alargada, una alfombra alargada. Si es para una mesa redonda, alfombra redonda. Este tipo de equivalencias suele funcionar, a no ser que expresamente queramos por ejemplo una alfombra alargada en una habitación cuadrada para delimitar un espacio en particular.
 

Elegir la medida de la alfombra: por estancias.

Salones

Cada salón es un mundo y cada disposición tiene su propia dinámica, no obstante lo cual podemos citar algunas normas básicas.
 
Siempre que tengamos espacio de sobra (y presupuesto para una alfombra grande) elegiremos lo más grande que se pueda para cubrir todos los sofás y la mesa. El resultado en ese caso es espectacular.
                                         
 
Claro que en este caso debe dejarse espacio alrededor de la alfombra para que se vea el suelo y pueda “respirar” (de ahí lo de tener espacio de sobra). De lo contrario correríamos el riesgo que la alfombra pareciera una moqueta.
 
Si no tenemos tanto espacio entonces el largo de la alfombra debería cubrir por lo menos el sofá más largo, como mínimo. Las patas de los sofás deberían estar montados en la alfombra.
 
                                                    
 
 
Si no es posible o si el espacio es muy pequeño podríamos optar por una alfombra que cubra la mesa de centro y no los sofás, aunque siempre deben poder apoyar los pies en ella.
 
Es una solución de mínimos, pero que puede funcionar en habitaciones pequeñas ayudando a aumentar el espacio percibido, ya que el lugar delimitado por la alfombra deja mucho hueco a lo demás.
 
El diseño de la alfombra puede influir en la colocación, en el sentido que sería una pena que la estupenda filigrana central de la alfombra persa quede oculta por la mesa. En ese caso, cómprate otra alfombra o pon la mesa de otro modo.
 
Los demás muebles del salón deberían quedar exentos.
 
   
 
 

Dormitorios

La norma básica es que queramos poder poner los pies en la alfombra al salir de la cama; a nadie le gusta poner el pie en el suelo nada más levantarse.
 
Para camas de matrimonio puede haber varias distribuciones:
 
Nuevamente, si tenemos mucho espacio y suficiente presupuesto, una alfombra que cubra todo, cama y mesillas más los laterales sería una solución espectacular.
 
   
 
Otra solución es una alfombra que pase y cruce por debajo de la cama. Podría montar en las mesillas o no, al gusto. Siempre que se pueda es una solución más completa que la más socorrida, que vemos a continuación.
 
El esquema de dúo o trío de alfombras para dormitorio, en el que se colocan una a cada lado de la cama y opcionalmente, otra a los pies. En este caso no hay que romperse mucho la cabeza, eligiendo el tamaño más grande que podamos sin llegar a agobiar (habitualmente en la horquilla desde 60×90 hasta 80×150).
 
   
 

Para dormitorios individuales:

Lógicamente la alfombra deberá colocarse por el lado de la mesilla. Puede estar remetida debajo de la cama o simplemente colocada al lado. Si la remetemos no queda mal en absoluto, e incluso en muchas ocasiones es la mejor opción.
 
   
 
En un dormitorio individual el tamaño y forma de alfombra que elegimos dependerá de la configuración de la habitación, de modo que hay tantas posibilidades como habitaciones.
 
Podemos colocar una alfombra alargada al lado de la cama. Esa es la opción más común. Pero también podemos poner otra más grande, longitudinal o transversal, dependiendo del espacio que nos dejen otros elementos como mesas o armarios.
 
Y si el espacio que nos queda al lado de la cama no está muy definido, prueba con una alfombra redonda: puede ser la solución tan perfecta como inesperada.
 
   
 

Comedor

Hay una norma sagrada para las mesas de comedor: el tamaño de la alfombra debe ser tal que permita que las sillas sigan en la alfombra incluso cuando las retiremos para levantarnos. Y así, de paso, evitamos que se pueda rayar el suelo con las patas.
 
Para calcular cuánto de más necesitas es muy sencillo: pon la silla donde estaría cuando la retiras y mide lo que sobresale desde la mesa. Debería ser una distancia de entre 55 y 75 cm desde el borde de la mesa, pero es mejor que cada uno tome sus propias medidas. Así, el ancho debería ser el de la mesa más el doble de esa medida.
 
Para las mesas rectangulares también depende de si la cabecera se usa o no para comer y poner sillas. En todo caso la norma que aplicamos donde los sofás (cuando haya espacio de sobra, no escatimar alfombra) es plenamente válida aquí también.
 
            
      
 

Mesas redondas

La mayoría de la gente prefiere una alfombra redonda para una mesa redonda, pero tampoco está escrito en piedra en ningún sitio, así que aquí opera el gusto de cada uno: una alfombra cuadrada en una mesa redonda también puede quedar bien.
 
Pero una alfombra redonda en una mesa redonda ofrece más sencillez, además de que deja a todos los comensales a la misma distancia del borde.
 
Respecto al tamaño, rige la misma norma que las mesas rectangulares. Por ejemplo, una mesa de 120 cm requeriría una alfombra de ese diámetro más la distancia de retirada de sillas que queramos, que, como dijimos antes debería ser un mínimo de 55 cm de cada lado (es decir, 120+55+55=230 cm). A partir de ahí, hasta el infinito y más allá… dependiendo del espacio y el gusto de cada uno.
 
      
 

Despachos o sitios de trabajo

Una alfombra para un lugar de trabajo nos servirá, además de para lo obvio, para delimitar la zona de trabajo. Si es una zona sencilla con silla y mesa, nada más fácil.
 
Lo importante es que las ruedas de la silla y los pies nos queden dentro de la alfombra. Sería muy incómodo y antiestético que la silla o las ruedas queden fuera de la alfombra, además de lo que haríamos sufrir al parqué. Si vamos a usar sillas con ruedas es importante que nos aseguremos que las alfombras las aguantan (por ejemplo, las de vinilo y polipropileno son estupendas para eso).
 
   
 

Pasillos

Siempre que podamos instalar una alfombra pasillera de una pieza es mejor que varias separadas. Da impresión de continuidad y nos viste el pasillo de una pieza, sin distracciones.
 
Si son varias piezas, que sean iguales, a no ser que por algún motivo queramos romper la continuidad visual.
 
Hay que dejar un espacio de respiración a cada lado, que depende del ancho del pasillo, pero que debería ser un mínimo de 10-15 cm. Y por supuesto, deben estar centradas. El ancho más habitual de alfombras para pasillos suele ser de 70 cm.
 
   
 
Las rayas, cenefas y colores pueden ayudar a acortar o alargar los pasillos o a aclararlos y oscurecerlos. Por ejemplo, una alfombra de pasillo con cenefa y tonos claros puede contribuir a hacer más largo y luminoso un pasillo, del mismo modo que un vestido de rayas verticales nos adelgaza y estiliza.
 
Si utilizamos la alfombra en exterior no hay gran diferencia: aplicaremos las mismas reglas en función de los espacios disponibles.
 
Y con esto, esperamos que te sea más fácil elegir la medida o tamaño correcto de tu próxima alfombra.